viernes, 18 de julio de 2008

Ecos del Ingenio




Aún escucho el látigo que cae sobre los bueyes
y el soplido cortante sobre su lomo ardiente
y la voz del arriero quemada del alcohol

Aun escucho el llamado para entrar al jornal
y el paso apresurado de la locomotora
y las ruedas dentadas que mueven el molino

Y me huele a guarapo y suspiro de ganas
y a lo lejos escucho el sonido del son
y la hembra que viene a ritmo de pendón

Al fin he despertado, ni guarapo, ni caña, ni son,
ni pendón, ni hembra, ni ron

Ya puedo morir porque no tengo aliento
para soplar la vida en los surcos cañeros

Ya puedo morir sin paz, aunque no escuche el canto
de los negros esclavos

ya puedo morir sin paz, sin ganas y rencor porque
fueron más rápidos los vuelos carroñeros que
mis pasos cansados

Y la locomotora sin rieles ni vagones y la vieja carreta sin arriero, sin bueyes
y los campos de cañas sin pendones ni negros y el olor a guarapo
me atrapa los sentidos y me embriaga de tiempo

Y de aquellos melaos solo bebí el salado sudor de mi cuerpo molido;
y el azúcar, quien sabe donde se fue a endulzar

Gregorio Cabral
Sto. Dgo.
Viernes 18 julio del 2008

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