Aún escucho el látigo que cae sobre los bueyes
y el soplido cortante sobre su lomo ardiente
y la voz del arriero quemada del alcohol
Aun escucho el llamado para entrar al jornal
y el paso apresurado de la locomotora
y las ruedas dentadas que mueven el molino
Y me huele a guarapo y suspiro de ganas
y a lo lejos escucho el sonido del son
y la hembra que viene a ritmo de pendón
Al fin he despertado, ni guarapo, ni caña, ni son,
ni pendón, ni hembra, ni ron
Ya puedo morir porque no tengo aliento
para soplar la vida en los surcos cañeros
Ya puedo morir sin paz, aunque no escuche el canto
de los negros esclavos
ya puedo morir sin paz, sin ganas y rencor porque
fueron más rápidos los vuelos carroñeros que
mis pasos cansados
Y la locomotora sin rieles ni vagones y la vieja carreta sin arriero, sin bueyes
y el soplido cortante sobre su lomo ardiente
y la voz del arriero quemada del alcohol
Aun escucho el llamado para entrar al jornal
y el paso apresurado de la locomotora
y las ruedas dentadas que mueven el molino
Y me huele a guarapo y suspiro de ganas
y a lo lejos escucho el sonido del son
y la hembra que viene a ritmo de pendón
Al fin he despertado, ni guarapo, ni caña, ni son,
ni pendón, ni hembra, ni ron
Ya puedo morir porque no tengo aliento
para soplar la vida en los surcos cañeros
Ya puedo morir sin paz, aunque no escuche el canto
de los negros esclavos
ya puedo morir sin paz, sin ganas y rencor porque
fueron más rápidos los vuelos carroñeros que
mis pasos cansados
Y la locomotora sin rieles ni vagones y la vieja carreta sin arriero, sin bueyes
y los campos de cañas sin pendones ni negros y el olor a guarapo
me atrapa los sentidos y me embriaga de tiempo
Y de aquellos melaos solo bebí el salado sudor de mi cuerpo molido;
Y de aquellos melaos solo bebí el salado sudor de mi cuerpo molido;
y el azúcar, quien sabe donde se fue a endulzar
Gregorio Cabral
Sto. Dgo.
Viernes 18 julio del 2008
Gregorio Cabral
Sto. Dgo.
Viernes 18 julio del 2008
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